6 de enero de 2024

No lo vi en tus ojos
no, 
lo que tanto había temido tiempo atrás.
No lo vi en tu sonrisa, ni lo sentí en tu abrazo
tan profundo
tan de verdad.

No lo vi venir, ya por entonces, 
cuando me cogiste de la mano,
cuando hundiste tu cabeza en mi cuello, buscando mi olor.
No lo vi en tu gesto, cuando me pedías perdón
y parecía un corazón lo que había en tu mano.
No lo oí en tu voz, cuando confesabas extrañarme tanto,
no.

Lo escuché en tus silencios, tiempo después. 
Lo vi en tu figura ausente, cuando ya era tarde, 
demasiado tarde, otra vez.

Solo el espacio vacío me dejó ver tu sombra 
ensombreciendo 
todo lo que una vez había bañado la luz:
tu mirada, tu sonrisa, tu mano, tu voz
todo se volvió tan oscuro 
y yo caminaba tan a tientas, 
que era imposible que viera las señales
que tú omitiste.

Y me dejé guiar
de tu mano
por tus palabras
en tu abrazo cálido que nunca te parecía suficiente,

y me llevaste a un lugar
donde me habías preparado

una trampa 
a mi exacta medida.
Para dejarme ahí, en abandono
con todo lo que más temía.



Escapé como suelo hacerlo,
con palabras de hierro y lágrimas de plomo
traicionada en lo más hondo,
desplomada y malherida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario