16 de febrero de 2019

¿Moriría por ti?
Me pregunté una vez.
Aunque debo decir que ya me lo había preguntado otras veces
pensando en otros.

¿Moriría por ti?
Seguramente.
Pero no te lo tomes muy a pecho,
moriría por cualquiera.
Cualquiera que tuviese esencia,
que fuese tan único y especial,
que aportase cosas al mundo,
que cambiase a los demás.

Si daría mi vida por ti
sería por hacer algo bueno con ella
y no dejar que siga consumiéndose
miserablemente.

Moriría por ti
pero no me mires como si tuviera una enfermedad
Moriría por cualquiera
no, no estoy enferma,
pero nunca tuve mucho aprecio por esta vida,
por esta vida que me hizo así.

Me cambiaría por ti si fueses a morirte
y te regalaría los años que a mí me quedasen
porque tú podrías hacer algo bueno con ellos,
porque mereces mi vida más que yo.

Te daría mis ojos
porque nunca los supe usar
a pesar de todos los halagos que recibieron
nunca me sirvieron
nunca conseguí enternecer a mis verdugos,
ni derretir el hielo
ni inspirar consuelo
Te los doy porque no los quiero
porque no me funcionan,
no puedo ver con ellos los detalles importantes
no puedo discernir a quien tengo delante
seguro que tú los usarías mejor que yo.
Tú o cualquiera.

Te regalaría mi boca
para que dijeses todo lo que yo no digo
para que sonrieses por mí, por mi vida,
por mis ojos.
Para que gritases y desahogases
ese nudo tremendo que tengo en el pecho
para que cantases sin miedo,
para que dieses los besos
que nunca di, y los que nunca daré.
Los besos imposibles, inimaginados.

Te daría mi vida entera
para que dispusieses de ella como quisieras
para convertirme solo en un nombre mudo
que queda en el recuerdo
y activa el corazón.