6 de noviembre de 2023

La llamada del vacío

Esta vez me prometí
no precipitarme.
No poner plazos, no agobiarme
no dejarme llevar por arrebatos
no incendiarlo todo y huir
no borrarme a mí con todo.

Se ve que yo tampoco
me pude cumplir.

Lo volví a hacer,
volví a dar un volantazo
y a borrar de un plumazo
todo lo que aún podía ser.
Pero ahí ya no quedaba nada
que pudiera crecer.

Si me precipité
no fue por anticiparme
ni por convencerme
de lo que iba a suceder,
porque todo ya
había sucedido:
ya se había oscurecido
cualquier otro amanecer.

Me precipité porque caí
en el abismo que apenas vi
y que no podía creer.

Me precipité porque volví a caer
en ese olvido
tan profundo, tan vacío
que se abre siempre bajo mis pies.
¿Cómo pude creer que esta vez
iba a ser diferente?