20 de enero de 2010

Un fragmento de Kafka en la Orilla

A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de dirección intentado evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la muerte antes del amanecer. Y la razón no es que la tormenta venga de lejos y no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú.

Y tú en verdad la atravesarás, claro está. Pero por más metafísica y simbólica que sea, te rasgará la carne como si de 1000 cuchillas se tratase.

Haruki Murakami, Kafka en la orilla.

12 de enero de 2010

¿Qué es arte?

La noche estaba congelada. No sólo por el hielo que empañaba el pavimento, o las pequeñas estalactitas que relucían bajo las terrazas, sino que en aquella callejuela estrecha reinaba un ambiente de silencio y vaho. Iba yo andando de vuelta a casa después de un día largo y duro. Sólo pensaba en llegar al calor del hogar, al sofá y la tele y la evasión que prometen, desconectar de las preocupaciones de la vida cotidiana. Sólo tenía que pasar un bloque, doblar la esquina y cruzar.

Un hombre cerraba el maletero de su coche, una mujer esperaba a alguien fumando un cigarro. Fue entonces, apenas unos pasos después, cuando en mitad de aquella quietud inadvertida lo escuché. Un piano estaba sonando cerca. Tan cerca como la ventana del primer piso bajo la que me encontraba. Un piano, que transmitía la serenidad y la calidez de las manos que lo tocaban.
La melodía era Noche de Paz.



Paré en seco casi sin darme cuenta. Miré alrededor, nadie parecía haberse percatado.
¿Cómo era posible? Escuchar aquel piano anónimo era probáblemente lo más bonito que me había pasado en todo el día, y lo mejor de aquel momento era que había sido completamente inesperado. Como un regalo sin remitente ni destinatario.

Me estremecí, y me dí cuenta de que se me había erizado la piel.
No era el frío, era aquella melodía delicada y transparente.

11 de enero de 2010

Introducción al Mundo Sensible

En el prólogo de un libro sobre mitología del mundo, casi al final, el autor decía lo siguiente:

"Deben leerse estas páginas como se leería una revista de sueños..."
Robert Walter.

Quisiera apropiarme la metáfora para explicar un poco lo que voy a escribir en este blog. Cuando utilizo la palabra sensible, me refiero a todo lo que tiene que ver con la sensibilidad, no ya lo que yo pueda sentir, que aunque sea irrelevante en cierto modo también tendrá su participación, sino que quiero abordar toda esa parte de nosotros que quizá no es la parte lógica o racional, sino que forma parte de ese otro mundo invisible pero que inevitablemente nos posee, lo que no es controlable o mesurable. La imaginación, los sueños, las sensaciones, los recuerdos... también los sentimientos. Todas esas cosas que al escribirlas parecen más poesía que prosa, sin necesidad de estar en verso.

La máquina de sentir es una clara referencia a mi otro blog, cuyo nombre es la máquina de pensar, aunque no es esa su dirección.

Yo no sé si soy más sensible de lo normal. Lo que si sé es que hasta hoy jamás me ha gustado hablar de estas cosas, de hecho crear este blog ha sido algo absolutamente impulsivo, y estoy casi temblando ante la idea de dar salida a esta sensibilidad mía. No sé si esto saldrá bien. Escribiré cosas que quizá no me atreveré a publicar, no porque sean especialmente pasionales o, como se dice por aquí, "fuertes", sino por pura vergüenza, similar a la que se siente al desnudarse delante de alguien que además no siempre se hace visible ante tí.

Precisamente por eso tengo, como buena cobarde, una estrategia: entremezclaré lo que yo escriba con lo que han escrito otros [lo que será reseñado siempre], y daré el mismo tratamiento a lo real y a lo ficticio, amparándome en aquel probervio que dice que cuando el emisor y el receptor es la sensibilidad, da igual si lo que se cuenta está basado en hechos reales o no; para poder así esconder mi desnudez entre otros desnudos, o cubrirlo con un velo confuso. Todo en nombre de una supuesta licencia artística que sólo tú decides darme o no, y hasta dónde llega.

Así pues, saca tus propias conclusiones si así lo deseas, o símplemente déjate llevar por el lenguaje de las metáforas y reflexiona sobre ellas unos segundos, quizá así tus conclusiones puedan ser mucho más personales.

En fin, quiero darte la bienvenida al mundo sensible, e invitarte a que te quedes y disfrutes del paisaje, que te dejes llevar en esta galería de arte en la que lo que se expone son palabras, palabras que hablan de lo que muchas veces no podemos explicar con palabras.

"La palabra es un poderoso soberano que, con un cuerpo pequeñísimo y totalmente invisible, cumple las acciones más divinas, pues puede hacer cesar el temor, suprimir el dolor, producir alegría y acrecentar la compasión. Y mostraré que esto es así, y es preciso que lo muestre también a la opinión de los que me escuchan. La poesía toda la considero y llamo palabra con metro. A aquellos que la escuchan les sobrecoge un estremecimiento de terror y una compasión llena de lágrimas y un anhelo que se complace en el dolor. Y ante las venturas o desventuras de acciones o personas que le son ajenas, el alma, a través de las palabras, experimenta sentimientos como si fueran suyos. Veamos, que pase yo de un argumento a otro. A través de las palabras nacen hechizos inspirados por los dioses que aportan el placer y apartan el dolor, pues cuando está junto a la opinión del alma, el poder del hechizo la fascina y la persuade y la transforma con su magia."
Gorgias, Elogio a Helena.

Suscribo este texto, pero quiero también darle la vuelta. No sólo las palabras nos hechizan como decía Gorgias, sino que nuestros hechizos, nuestra fascinación interior, puede encontrar salida a través de las palabras, lo que es mucho más fascinante, lo que trataré de hacer.

Sómos máquinas de pensar, pero también somos máquinas de sentir, aunque no tengamos muy claro para qué nos sirve esto. Al fin y al cabo, el concepto de utilitarismo queda fuera del Mundo Sensible.