9 de junio de 2019

Nunca entenderé
cómo hace la gente
que no escribe poemas
escupe veneno
canta muy fuerte
aporrea un piano
escribe mensajes tras una botella
llora en la calle
pinta en las paredes
salta por la ventana
dice la verdad aunque sea difícil
arriesga aunque pierda
juega con fuego
recuerda y sonríe
y se arrepiente.

Esa gente,
qué.

Acaso son sus vidas
como parecen,
tan apacibles y aburridas,
tan fáciles y felices.

Cómo hacen
para tener esas vidas
o para fingirlo todo el tiempo
sin acabar tirándose de un puente
o de un aeropuerto

para ir a esconderse
al otro lado del mundo,
o a otro mundo
de murallas invisibles
pero infranqueables.

Cuál es ese peaje
que pagan con gusto
a cambio de un existencia
soportable.

Dónde se paga.
A cambio de qué.


1 de junio de 2019

Detrás del muro

Si pudiera hablar
te diría que no puedo

Que no soy lo que parezco
Que me superan las cosas más básicas
Que tengo un muro delante aunque no lo veas
Que no sirvo para esto
Que soy defectuosa
Que no puedo hacer eso que todos hacen
(eso que le da sentido a todo)
Que mi cabeza está metida en una jaula,
y mi cuerpo atrofiado
Que no soy buena opción
Que te busques a otra, (una que funcione)
Que no pierdas el tiempo conmigo
porque no tengo remedio
Que no me queda ya esperanza
Que no hay nada que hacer

Pero quién querría escuchar eso
O entenderlo
Ni respetarlo

Cuando todavía no has conseguido lo que te has propuesto
Y eso es lo único que importa
Sacarlo de mí, extraerme esos minutos
Tan valiosos
Y dejar el cascarón a un lado,
que se las arregle como pueda.
Cascarón del que no quedará nada
En el mundo
Ni en la memoria
Más allá de esos minutos.

10 de marzo de 2019

Lo que más me gustaba de él
era que me daba pie
a decir todas esas frases
que tan ensayadas tenía
y por fin había alguien
que quisiera escucharlas
como quien se ofrece para ensayar un guion.

Yo las pronunciaba entonces, convencida
haciendo el papel de mi vida.
Él me escuchaba en silencio
y no entendía nada,
pero me miraba con cara
de querer intentarlo.

Él sacaba esas palabras de mí
indescifrables, inexpugables,
que tanto tiempo habían permanecido
estériles, enraizando.
En ese momento
él intentaba entender
resolver el rompecabezas
que le estaba planteando
como si tratara de resolver
un problema matemático.
Como quien lee un manual de instrucciones
de un corazón hecho pedazos.

Quizás dije alguna frase
cuando no tocaba
solo porque la tenía
muy bien ensayada.

Pero él nunca entendió nada
aunque quiso intentarlo
quizá no lo suficiente,
seguro que no demasiado.
Quizás nunca quiso resolverlo
solo pasar al siguiente nivel.
Hizo lo que pensó que tenía que hacer:
interpretar su papel
de hombre escuchando.
Decir las palabras que parecen adecuadas,
cambiar el guion, para hallar una salida
de aquel laberinto cerrado.
Quizás resolvió el problema
por un instante,
y tan pronto dejó de mirarlo
todo volvió a enredarse.

Y ya no quiso solucionarlo.

Y un montón de frases se fueron acumulando
sin tener unos oídos que traspasar
sin tener a nadie interesado en escuchar
el mantra lapidario
las últimas palabras, el adiós razonado
que no admite réplica.

Y ahora qué.
Un muro de silencio y desinterés
fingir que nunca ocurrió
para poder olvidarlo.
Aferrarse a lo que nunca dijimos
para redibujar los caminos
que no llevan a ningún lado.

Como si solo las palabras pudieran cambiarlo todo.

Como si lo que sucede fuese solo lo que se dice.

(Yo le creí, todas esas cosas que dijo
con tanta naturalidad, que parecían verdad,
aunque solo fuesen una posibilidad
muy remota).

Y fui yo, solo yo
quien tuve que escenificar esa pérdida
continuar sola con la obra
ponerle palabras a ese final
indescifrable
que ya nadie iba a escuchar.

16 de febrero de 2019

¿Moriría por ti?
Me pregunté una vez.
Aunque debo decir que ya me lo había preguntado otras veces
pensando en otros.

¿Moriría por ti?
Seguramente.
Pero no te lo tomes muy a pecho,
moriría por cualquiera.
Cualquiera que tuviese esencia,
que fuese tan único y especial,
que aportase cosas al mundo,
que cambiase a los demás.

Si daría mi vida por ti
sería por hacer algo bueno con ella
y no dejar que siga consumiéndose
miserablemente.

Moriría por ti
pero no me mires como si tuviera una enfermedad
Moriría por cualquiera
no, no estoy enferma,
pero nunca tuve mucho aprecio por esta vida,
por esta vida que me hizo así.

Me cambiaría por ti si fueses a morirte
y te regalaría los años que a mí me quedasen
porque tú podrías hacer algo bueno con ellos,
porque mereces mi vida más que yo.

Te daría mis ojos
porque nunca los supe usar
a pesar de todos los halagos que recibieron
nunca me sirvieron
nunca conseguí enternecer a mis verdugos,
ni derretir el hielo
ni inspirar consuelo
Te los doy porque no los quiero
porque no me funcionan,
no puedo ver con ellos los detalles importantes
no puedo discernir a quien tengo delante
seguro que tú los usarías mejor que yo.
Tú o cualquiera.

Te regalaría mi boca
para que dijeses todo lo que yo no digo
para que sonrieses por mí, por mi vida,
por mis ojos.
Para que gritases y desahogases
ese nudo tremendo que tengo en el pecho
para que cantases sin miedo,
para que dieses los besos
que nunca di, y los que nunca daré.
Los besos imposibles, inimaginados.

Te daría mi vida entera
para que dispusieses de ella como quisieras
para convertirme solo en un nombre mudo
que queda en el recuerdo
y activa el corazón.



9 de enero de 2019

A veces me gustaría no tener que ser tan fuerte
más fuerte cada vez
y en lugar de eso
ser un poco más feliz.

Poder saborear la felicidad
un poco más
sin sentir que la voy a perder
en cuanto pestañee.

Poder relajarme un poco
un poco más cada vez,
confiar en que me equivoco
y que la vida me va a sorprender.

Pero siempre es la misma sorpresa
que nunca consigo entender
y entonces tengo que ser más fuerte
para no sufrir tanto esta vez.