26 de febrero de 2011

PREMONICIÓN

Mierda. Lo estoy viendo,
lo estoy viendo venir.
Veo que me va a pasar lo mismo...otra vez
o por lo menos esto se parece mucho al principio de lo que ya pasó.
Entonces no tenía perspectiva ni experiencia ni nada con qué compararlo, pero ahora sí.

Y basta que me dé cuenta de que estoy entrando en un jardín semejante para saber,
creer, pensar, suponer, concluir
que no es lo que quiero.
Ya me perdí una vez en un jardín, y
aunque suene muy agorero y cobarde [que lo es],
desde entonces todos me dan miedo.
Sé que es una fobia, y como tal irracional, y probablemente carente de sentido, pero es.
Es una fobia, existe en mí.

Y, sinceramente, no sé si tengo muchas ganas de superarla. Estoy tan aterrada que antes de enfrentarme a ello otra vez, prefiero alejarme, darme la vuelta y no saber nada.

Así:
fría, sola, lejos de la amenaza natural,
estaré tranquila, nunca me faltará el aire,
segura y protegida en una armadura de cristal,
sin correr el riego de dejarme llevar
[por no tener posibilidad].

Podré serenar mi conciencia agitada, asustada, inquieta,
escuchar el silencio sereno del sepulcro, donde todo está como debe,
donde por fin las cicatrices terminan con el suplicio de la sangre,
donde la solemnidad de una sola palabra extermina por fin
la autodestrucción que provocan todas las demás.


Morirme, para vivir tranquila.