12 de agosto de 2015

El fin del mundo o nada en particular

¡Ah, aroma maravilloso de otro lugar! Aquí no huele así;
pero allí, en alguna parte, sí. Todavía.

ELIZABETH BISHOP



Qué extraños sueños tengo a veces
que me dejan, al día siguiente,
ropa en el suelo
con un olor exótico
a seres de otro lugar, de otro tiempo
seres que quizá nunca existieron

pero estuvieron aquí dentro.
Y un mundo se rompió en medio.

Aspiro ese olor único,
sabiendo que no lo volveré a encontrar
intento memorizarlo
antes de que, definitivamente,
desaparezca el rastro.

Poso la prenda en mi regazo
y miro alrededor

¿Qué ha pasado en mi cuarto
mientras yo dormía?

Busco el principio de un viaje
que acaba de terminar,
y no sé cuánto tiempo

estuve soñando.


¿qué otras cosas
han cambiado?
un susurro tras mi oído

una sensación en mis manos,

una sonrisa dulce,

un corazón acelerado...

Pensar que fue real
es como pensar
en el fin del mundo.


Por eso
confundo mis recuerdos
con un sueño
extrañamente claro

que me traslada
a otra época
tan lejana
tan remota
al otro lado

de mi almohada.


Intentaré recordarlo
por un tiempo
y, cuando me dé por vencida,
cuando descubra que soy incapaz
de mantenerlo intacto
en algún rincón seguro
de mi memoria...

entonces, empezaré a
imaginámerlo:
cómo fue
qué pudo haber pasado

cómo pudo haber sido
aquel universo
inexacto.

Para guardarlo con los demás,

en una caja
donde guardo
las cosas que alguna vez
quizá sucedieron.