Me apetece escribir algo de poesía esta noche.
Pero no tengo a quién.
Mi motivo y mi musa deben estar por ahí, divirtiéndose
puede que a mi costa.
Voy buscando un impulso, un estímulo,
más allá de la primavera. Algo que nazca de mí,
que me transpase,
como tantas otras veces.
O quizá no tantas.
Pero, como digo, están por ahí,
ajenos a mí, entretenidos en alguna otra cosa;
o quizá ni siquiera saben que están destinados a encontrarme
y que yo me impaciento ante su llegada.
También podría ser que a nadie le importe:
que no sea el asunto de nadie,
que verdaderamente deba ser así;
y que yo, en mi naturaleza reflexiva e inconformista
anhele algo que no ha de venir, que no tendría porqué pasar,
que no pasará.
Y me entretengo buscando espejismos
que me mantengan dormida,
que no me despierten,
que me dejen vivir en sueños.
Y cada vez es más difícil.
Es el efecto que tiene el tiempo en una máquina de sentir.
20 de abril de 2013
Suscribirse a:
Entradas (Atom)