Un hombre cerraba el maletero de su coche, una mujer esperaba a alguien fumando un cigarro. Fue entonces, apenas unos pasos después, cuando en mitad de aquella quietud inadvertida lo escuché. Un piano estaba sonando cerca. Tan cerca como la ventana del primer piso bajo la que me encontraba. Un piano, que transmitía la serenidad y la calidez de las manos que lo tocaban.
La melodía era Noche de Paz.
Paré en seco casi sin darme cuenta. Miré alrededor, nadie parecía haberse percatado.
¿Cómo era posible? Escuchar aquel piano anónimo era probáblemente lo más bonito que me había pasado en todo el día, y lo mejor de aquel momento era que había sido completamente inesperado. Como un regalo sin remitente ni destinatario.
Me estremecí, y me dí cuenta de que se me había erizado la piel.
No era el frío, era aquella melodía delicada y transparente.
Eso es arte sin duda alguna. Hacer que un tercero al que no esperabas disfrute con aquello que utilizas para transmitir tus sentimientos.
ResponderEliminarLa música siempre ha sido un arte, aunque hoy día no esté tan valorada como hace siglos.
Yo también me habría parado a escuchar esa melodía en plena calle.
Besos